martes, 26 de octubre de 2010

¿QUÉ ES EL AMOR?

¿Enamoramiento o amor?

El enamoramiento es una emoción repentina, se caracteriza por el intenso deseo de estar con el otro, besarle, tocarle, hay un fuerte deseo sexual... Se ansía q el sentimiento sea recíproco y se siente miedo a ser rechazado, uno hasta se vuelve tímido frente al otro. Se idealiza a la otra persona, hay activación fisiológica con sólo imaginarse en presencia del otro, nos dejamos llevar por la pasión, no podemos concentrarnos en las tareas cotidianas y sentimos q la vida es bella y tenemos ganas de vivirla. Por suerte esta fase sólo dura un tiempo más o menos corto, dando paso a otro tipo de amor o al fin de la relación. 

El amor después del enamoramiento se caracteriza por tener una fuerte implicación personal, hay un cariño profundo, entrega, tolerancia, se siente al otro como un compañero en los proyectos vitales, hay un compromiso por resolver juntos los problemas y apoyarse, se crean una serie de claves entre los miembros de la pareja y la sexualidad es más rica, intensa y significativa. El amor maduro no es ciego, ve también lo q no le gusta, pero acepta al otro por entero siendo tolerante, empático, dialogador y negociador.

En el amor en pareja cabe destacar una serie de elementos básicos:
  1. SENTIMIENTO: El amor humano es entrega, es celebrar q el otro exista, buscar el bien y la felicidad en un acto continuo de dar y recibir.
  2. TENDENCIA: Consecuencia de la atracción. Es una tendencia en principio sexual, pero con el progresivo conocimiento mutuo y la comunicación esta tendencia será también psicológica, espiritual y cultural.
  3. VOLUNTAD: El amor hay q cuidarlo, y eso se hace con fuerza de voluntad, tesón e insistencia en los objetivos.
  4. INTELIGENCIA: Conocerse a uno mismo y al otro, aplicar inteligencia en la relación aligera la convivencia. El amor no puede depender sólo de sentimientos o será algo inmaduro y adolescente.
  5. FILOSOFÍA Y PROYECTO EN COMÚN: Si no se comparten unos criterios relativamente iguales acabarán surgiendo diferencias de interpretación y dificultad de entendimiento.
  6. COMPROMISO: Amar es elegir, y por lo tanto renunciar a otras posibilidades. El amor auténtico requiere un compromiso voluntario y responsable para con el futuro del otro.
  7. FLUENCIA Y DINAMISMO: A medida q la vida transcurre, las cosas cambian, los miembros de la pareja evolucionan, las cosas no son lo q eran... Ser conscientes de estos cambios y fluir con ellos facilitará la relación.
¿Cómo hacer que el amor dure?

Aunque es necesario y sano q cada uno tenga sus roles diferenciados y su vida individual, las parejas q encuentran tiempo para dedicarse el uno al otro tienen cierto blindaje ante el deterioro. Igualmente una red de amigos comunes cuida la estabilidad de la pareja.

Un buen predictor de la estabilidad conyugal es el balance entre lo bueno y lo malo, una sencilla fórmula sería dividir el número de coitos entre las dicusiones, el resultado debe ser mayor q uno.

El perdón es una pieza clave en las relaciones. Perdón entendido como un acto asimétrico, el q perdona olvida y garantiza al otro q sigue disponiendo de su amor. En la pareja habrá momentos en los q sea necesario perdonar, aunque no vale q siempre perdone el mismo, debe ser algo q practiquen los dos, de lo contrario sería sumisión.

Un sentimiento de amor profundo y maduro, la percepción recíproca de q el otro cumple la mayoría de las expectativas, la falta de interés por otra posible pareja, un compromiso moral por el bienestar del compañero, y no dar por sentado q el otro estará siempre ya q el amor no se mantiene sólo, son factores necesarios en una relación estable, aunque no son suficientes por sí sólos.

Especial cuidado habría q tener con las inculpaciones, a uno mismo y al otro. Las imputaciones aumentan en los conflictos, echarse en cara las cosas no es bueno y desde luego no ayuda a superar las crisis.

En los momentos conflictivos las imputaciones son barreras insalvables. Las imputaciones suelen aparecer por algo concreto ("no deberías comprar una tv tan cara") y lo concreto se puede discutir y solucionar, pero lo abstracto ("eres un derrochador") no suele arreglarse.

Uno suele ser más indulgente consigo mismo, justificando su propio comportamiento y utilizando otra vara para medir al compañero. Solemos considerarnos el bueno y pensar q el malo siempre es el otro pensando q las razones q nos han llevado a cometer un error son "situacionales", mientras q si el error lo comete el otro se le atribuye a su carácter, personalidad o forma de pensar, y claro, eso no tiene justificación. Si uno atribuye lo negativo al carácter del otro y no le da la opción de q se deba a una causa accidental, las cosas nunca podrán cambiar.

lunes, 25 de octubre de 2010

MITO DE PSIQUE Y EROS

El mito de Psique y Eros es la historia de amor por excelencia de la mitología clásica.

Eros era la personificación del deseo amoroso intenso, responsable de la atracción sexual, el amor y el sexo, venerado también como el dios de la fertilidad. Psique por su parte es la personificación del alma humana purificada por las pasiones y las desgracias, y preparada para disfrutar, dentro del amor, de la felicidad eterna, la unión de consciencia, inconsciencia y superego. 

MITO DE PSIQUE Y EROS

Había un vez un rey, padre de tres hijas espléndidas. La más joven, Psique, era mucho más hermosa que sus dos hermanas y al lado de ellas parecía una diosa entre simples mortales. La fama de su hermosura se extendio por toda la tierra y de todas partes los hombres se ponían en camino para admirarla como si de una inmortal se tratara. Se llegó a decir incluso que la misma Afrodita no podía rivalizar con ella. La diosa, que no podía aceptar semejante situación, pidió ayuda a su hijo Eros quien se prestó a obedecer sus órdenes. "Usa tu poder - le dijo - y haz que esta desvergonzada se enamore locamente de la más vil y despreciable criatura que haya en el mundo". Él lo habría hecho ciertamente si Afrodita no le hubiera mostrado antes a Psique. Cuando la hubo visto, el mismo Cupido se sintió con el corazón traspasado por una de sus flechas.

Las cosas, sin embargo, ocurrieron de distinta manera a como la diosa creía. Psique no pensó nunca enamorarse de un malvado, en efecto, no se enamoró de nadie y, más extraño todavía, nadie se enamoró de ella. Los hombres seguían satisfechos en su contemplación, admirándola, adorándola y desposando después a otra. Psique, la mas hermosa, triste y solitaria, admirada siempre pero jamás amada, pensó que ningún hombre la querría por esposa y ello causaba gran inquietud a sus progenitores.

Su padre intentó hallar a través del oráculo de Delfos un buen marido para Psique. El dios consintió en responder, pero su profecía fue terrible. Psique, vestida con negros crespones, debía ser llevada a la cumbre de una colina y permanecer allí sola, el marido que le sería destinado, una serpiente alada, terrible y más poderosa que los mismo dioses, llegaría hasta ella y la haría su esposa...

Se preparó a la joven como para sus funerales, y con mas lamentos que si se tratara de conducirla a la tumba la llevaron a la colina. Sólo Psique permanecía animosa y decidida. " Más que llorar por mi -les dijo- hacerlo por esta belleza que me ha granjeado la envidia del cielo. Marchad ahora, y sabed que deseo que pronto llegue el final". Desesperados partieron todos, abandonando a su destino a la radiante y desventurada muchacha y se encerraron en su palacio para llorar por ella el resto de sus días.

Sobre la colina, y en medio de la oscuridad, Psique permaneció sentada a la espera. Mientras temblaba y lloraba, en la calmada noche llegó hasta ella una ligera brisa, el dulce viento Céfiro, quien la llevó a orillas de un claro arroyo a cuya vera se elevaba un castillo imponente y magnífico con columnas de oro, muros de plata y suelos incrustados de piedras preciosas. Reinaba un silencio absoluto. Psique se acercó cautelosa, atemorizada y recelosa al umbral cuando percibió unos ruidos; no veía a nadie, pero oía las palabras con claridad: "La casa es para tí -le decían-. Entra sin miedo y báñate, enseguida se pondrá en tu honor la mesa del banquete".

Todo el día estuvo sóla, acompañada únicamente por las voces que escuchaba, pero  presentía que su marido vendría al caer la noche. Y así fue. Cuando le sintió cerca de sí y escuchó su voz que murmuraba dulcemente a su oído, desaparecieron sus temores. Sin verle siquiera, estaba segura que no era un mostruo ni tenía forma espantosa sino que era el amante esposo que tanto tiempo había deseado.

Y así pasó el tiempo para Psique que vivía feliz. Pero una noche, su querido e invisible esposo le habló muy seriamente y le advirtió que un gran peligro le amenazaba bajo la forma de sus dos hermanas. "Vuelven a la colina de donde has desaparecido para llorar por tí, pero no es conveniente que te descubran. Si lo hacen me causarás una pena inmensa y te destruirás a ti misma". Prometió no dejarse ver y pasó todo el día siguiente llorando, pensando en sus hermanas y en la prohibición que tenía de no consolarlas. Y lloró todavia más cuando volvio su marido y ni siquiera sus caricias pudieron secar sus lagrimas. Al fin, con gran disgusto, él cedió: "Haz lo que quieras pero estas buscando tu ruina, tu propia destruccion". Después le explicó que no se dejara persuadir por nadie para que intentara verle, pues quedaría separada de él para siempre.

Al día siguiente las dos hermanas descendieron de la montaña. Alegre Psique las esperaba, entraron en el palacio y las dos hermanas mayores revolvieron todos los magníficos tesoros. Y la envidia, la amarga envidia y una curiosidad devoradora se apoderaron de ellas ¿quién era el dueño de tal magnificencia? ¿quién era el esposo de su hermana? Querían saberlo pero Psique, que mantenía su palabra, sólo les dijo que su marido era un hombre joven que estaba participando en una cacería. Después, les llenó las manos de oro y joyas y despidió a sus hermanas que dejaron a Psique, pero el fuego de los celos quemaba sus corazones. Comparadas con Psiqué, las riquezas propias y su felicidad les parecían nada, y su envidiosa cólera creció tanto en ellas que llegaron a tramar juntas la perdición de su hermana.

Aquella noche, el esposo de Psique le advirtió una vez más que no volviera a ver a sus hermanas. Pero ella replicó, a lo que el cedió de nuevo y en seguida las dos ruines hermanas llegaron. Traían planes muy concretos. Las palabras vacilantes de su hermana y sus contradictorias respuestas cuando le pidieron que describiera a su marido, avivaron su curiosidad. Estaban convencidas de que, no solo Psiqué no lo habiá visto todavía, sino que incluso ignoraba su identidad y estaban seguras de que su marido no era un hombre, sino  la horrenda serpiente profetizada por el oráculo. El de momento se mostraba dulce, pero llegaría una noche en que se arrojaría sobre ella para devorarla.

Psique, consternada, sentía que el terror invadía su corazon e iba matando poco a poco su amor. Muchas veces se preguntaba por qué él no le permitía verle ¿qué sabia de él en realidad? Si no era tan horrible ¿por qué tenía la crueldad de ocultarse a su vista? Triste, temblorosa y balbuceante pidió consejo a sus hermanas

Ellas lo tenían ya todo previsto. Psiqué debía ocultar un cuchillo bien afilado y una lámpara al lado de su lecho. Cuando su marido estuviera profundamente dormido, ella se levantaría, encendería la lampara y empuñando el cuchillo lo clavaría en la figura horrible que la luz le descubriera.

La dejaron abrumada por la duda y fuera de sí, sin saber qué partido tomar. Ella le amaba y él era su amante esposo... Durante todo el día sus pensamientos luchaban dentro de ella. Cuando llegó la noche estaba decidida a matarlo...

Cuando él se durmió apaciblemente, ella se revistió de valor y encendió la lámpara, se acercó al lecho y, elevando la luz, contempló lo que tenía ante sus ojos. ¡Oh, su corazón sintió un profundo alivio y el más sublimado éxtasis! La luz no le hizo ver un monstruo, sino la más bella de las criaturas. Invadida por la vergüenza de su locura y por su poca confianza, Psique se hincó de rodillas y permaneción inmóvil ante Eros. Pero mientras se hallaba reclinada sobre él, contemplando tan gran belleza, una gota de aceite cayó de la lámpara en la espalda de aquel bello joven quien despertó sobresaltado y al ver la luz comprendió la desconfianza de Psique, y sin pronunciar palabra se marchó.

Psique corrió tras él. No podía verle, pero oía su voz que le hablaba. Le dio a conocer su nombre y con tristeza le dijo adios: "El Amor no puede vivir sin confianza" y con esas últimas palabras la abandonó. "El dios del amor" pensó ella "era mi esposo, y yo, miserable, no tuve fe en su palabra. ¿Se ha marchado para siempre?. De todas maneras -pensó ella llena de coraje- puedo pasar el resto de mi vida buscándolo. Si él no quiere ya amarme, yo sabré demostrarle mi amor". Y se puso en camino sin rumbo fijo; solo sabía una cosa, que jamás renunciaría a volverle a encontrar.

Entretanto, Eros fue a reunirse con su madre para pedirle que curara su herida, pero cuando Afrodita supo su historia y comprendió lo que Psique había pretendido marchó en busca de la muchacha decidida a demostrarle lo que cuesta escapar de la ira de una diosa.

La pobre Psique, en su desolado vagabundear decidió dirigirse a Afrodita, se ofrecería a servirla e intentaría apaciguar su colera. "Y quién sabe si él no estará en casa de su madre". Y se puso en camino para encontrar a la diosa, quien a su vez andaba buscándola.

Cuando las dos se encontraron Afrodita con desprecio le impuso cuatro duras pruebas a Psique. Mezcló gran cantidad de semillas pequeñas que debía tener separadas al aterdecer (tarea q realizaron las hormigas por ella). La alimentó con un mendrugo de pan y le obligó a dormir en el suelo. Si la podía obligar por largo tiempo a un trabajo duro y penoso, e incluso hacerle pasar hambre, la belleza odiosa de esta muchacha no lo podría resistir. Entretanto, impediría que su hijo abandonara la habitación donde todavía se encontraba, sufriendo a causa de su herida. Afrodita se sentía satisfecha por el cáriz que tomaban los acontecimientos.

De nuevo le ordenó traer lana del vellocino de oro, para lo que fue ayudada por los rosales. Afrodita, sospechando la ayuda recibida le dió otra dura prueba, debía traerle agua negra del río Estige, prueba que de nuevo superó ayudada ahora por un águila.

Pero Afrodita se dio cuenta y cada vez imponía a Psique pruebas más difíciles. Por último dio una caja a Psique con la consigna de llevarla al hades y rogar a Perséfone que metiera en ella un poco de su belleza. Obediente como siempre, Psique se fue a buscar el camino que conducía al Hades. Cuando pasó ante una torre, ésta se ofreció a guiarla señalándole el rumbo que la llevaría al palacio de Perséfone. Debía pasar primero por un gran agujero que había en la tierra y después por el río de la muerte donde debía entregar una moneda al barquero Caronte para que la transportara a la otra orilla. Allí el camino descendía recto al palacio. Cancerbero, el perro de tres cabezas, guardaba las puertas, pero si ella le ofrecía un dulce se amansaría y le permitiría entrar.

Todo ocurrió como la torre anunció. Perséfone deseosa de servir a Afrodita, llenó la caja con un poco de su belleza. Psique, muy animada, la tomó y volvio más rápida que había ido.

Llevada por la curiosidad, y más todavía por su vanidad, quiso ver el encanto que la caja contenía y, a poder ser, usar un poco en ella misma, sabía que su belleza estaba resentida por los sufrimientos y matenía la idea de recobrar a Eros. Incapaz de resistir la tentación, abrió la caja y con gran desencanto no encontró nada, ¡estaba vacía! Entonces un decaimiento mortal se apoderó de ella y cayó en un profundo sueño.

En este momento intervino Eros. Su herida ya había curado y deseaba ardientemente encontrar de nuevo a Psique. Es dificil contener el amor. Afrodita había cerrado las puertas, pero quedaban las ventanas. Nada más fácil para Eros que escapar por una de ellas y buscar a su esposa. En un momento arrancó el sueño de los ojos de Psique y lo encerró en la caja. Después despertó a su mujer con un beso. La riñó  por su curiosidad, le dijo que llevara a su madre la caja de Perséfone y le aseguró que todo en adelante tendría un feliz desenlace.

Mientras Psique se apresuraba a obedecer, el dios del Amor marchó al Olimpo. Quería asegurarse de que Afrodita no le pondría mas dificultades y planteó el caso ante Zeus quien consintió enseguida en todo lo que Eros le pedía. Anunció que Eros y Psique estaban oficialmente casados y propuso conceder la inmortalidad a la esposa. Esto cambiaba la situacion, Afrodita no podía ya censurar a la diosa que había llegado a ser su bella nuera.

Todo terminó felizmente. El Amor y el Alma (Eros y Psique) se buscaron y tras duras pruebas se encontraron. Y esta unión no debía romperse jamás.